Los medios de vida resilientes para pequeños agricultores son fundamentales para enfrentar los efectos del cambio climático y garantizar la seguridad alimentaria. Implementar prácticas como la diversificación de cultivos, el uso eficiente del agua, la adopción de tecnologías sostenibles y el acceso a capacitación fortalece su capacidad de adaptación. Estas acciones no solo mejoran la productividad, sino que también reducen la vulnerabilidad económica y ambiental de las comunidades rurales.