Estimados colegas,
Agradezco el análisis detallado sobre los desafíos que enfrenta el Banco de Desarrollo del Ecuador (BDE) en la dinamización del financiamiento climático. Los aspectos señalados son cruciales y se resumen perfectamente en tres pilares interconectados: Planificación Financiera, Análisis de Riesgos y Fortalecimiento Institucional.
Es evidente que, para maximizar el acceso a fondos internacionales y garantizar la sostenibilidad de la inversión climática, el BDE debe enfocarse en las siguientes áreas, tal como se mencionó:
1. Optimización de la Gestión del Endeudamiento y la Sostenibilidad Fiscal
La integración de criterios climáticos en la gestión del endeudamiento no es solo una práctica de buena gobernanza, sino una necesidad de estabilidad fiscal a largo plazo. Los riesgos climáticos (físicos y de transición) pueden degradar activos y reducir la base imponible de los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GADs), afectando su capacidad de pago. Es fundamental que el BDE desarrolle y aplique metodologías de estrés financiero climático para evaluar cómo estos riesgos influyen en la sostenibilidad de su cartera y en la solvencia de sus prestatarios.
2. Refuerzo en la Identificación y Evaluación de Riesgos Climáticos
La limitación en la disponibilidad de información y herramientas estandarizadas es un obstáculo significativo. Para superarlo, el BDE podría:
Estandarizar el screening de riesgos: Implementar un sistema de clasificación obligatorio para todos los proyectos, identificando su exposición a riesgos climáticos (inundaciones, sequías, etc.).
Desarrollar herramientas de modelización: Utilizar datos georreferenciados y proyecciones climáticas para cuantificar la exposición económica de los proyectos.
3. Fortalecimiento de Capacidades y Acompañamiento a Gobiernos Locales
El rol del BDE como articulador entre los GADs y los fondos climáticos internacionales es vital. Los gobiernos locales, que son la principal unidad de implementación territorial (como se ve en la pregunta 9 de la Unidad 2), a menudo carecen de la capacidad técnica para estructurar proyectos con la solidez y los requisitos de elegibilidad (ej. co-beneficios, enfoques de género y sociales) que exigen fondos como el Fondo Verde para el Clima (GCF) o el Fondo de Adaptación.
El mayor desafío del BDE, por lo tanto, reside en transformar su función de prestamista tradicional a la de un catalizador de inversiones climáticas, lo cual exige una profunda reestructuración de sus procesos de due diligence y de su oferta de asistencia técnica.