El clima nos recuerda nuestra fragilidad y nuestra conexión con la naturaleza. Frente a la llegada de El Niño, los gobiernos provinciales, cantonales y parroquiales deben cuidar a la gente como a un tesoro: anticipar riesgos, proteger hogares, guiar a las comunidades y conservar nuestros ríos, montañas y bosques. Solo trabajando juntos, de lo más grande a lo más cercano, se puede tomar acciones concretas que permitan sobrellevar la situación y que no haya tantas afectaciones sociales.