Desde mi función como analista de gestión ambiental en el municipio, considero que mi contribución al desarrollo de propuestas de financiamiento climático va mucho más allá de completar formularios o estructurar proyectos. Mi labor consiste, sobre todo, en comprender las necesidades reales del territorio: aquellas que surgen de la vida cotidiana de las comunidades, de los ecosistemas que las sostienen y de los retos que el cambio climático ya está acentuando, para convertirlas en iniciativas sólidas, sustentadas y alineadas con los requisitos de los fondos nacionales e internacionales.
El documento destaca algo fundamental: no basta con tener una idea prometedora; es necesario contar con una lógica climática bien definida, una planificación viable, salvaguardas socioambientales, participación de la ciudadanía y total coherencia con las políticas locales y nacionales. En ese marco, mi rol implica acompañar el proceso desde el inicio, apoyar la identificación adecuada del problema, contribuir a diagnósticos basados en información confiable y promover la coordinación entre las distintas áreas técnicas del municipio, para que la propuesta no se limite a ser un documento de intención, sino que represente un compromiso institucional real.