En mi opinión, aunque no forme parte del BDE, el área de Análisis de Crédito y Riesgo podría ser clave para transformar las ideas de los gobiernos locales en proyectos que realmente consigan financiamiento climático. No se trata solo de revisar la viabilidad económica, sino de evaluar la resiliencia de cada iniciativa. Los GADs deberían explicar cómo sus proyectos, ya sea de agua, transporte, infraestructura o agricultura, contribuyen a las metas de adaptación y mitigación del país (NDC). Creo que la evaluación debe enfocarse en dos puntos: medir el impacto climático real del proyecto e incorporar los riesgos asociados al cambio climático, tanto físicos como de transición. De esta manera, se protege la cartera del Banco y se asegura que la inversión haga que los territorios sean más sostenibles y seguros.