Como Armando Tercero, Analista de Gestión Ambiental, tras revisar los capítulos indicados del documento “Desafíos y Oportunidades del Financiamiento Climático en América Latina y el Caribe” (Galindo, Lorenzo y Pereyra, 2022), considero lo siguiente:
El capítulo 4 destaca que mejorar la gestión del endeudamiento público y la política fiscal es clave para liberar recursos destinados a proyectos climáticos. Esto implica diseñar instrumentos financieros innovadores y sostenibles, como bonos verdes y préstamos ligados a resultados climáticos, que permitan financiar acciones de mitigación y adaptación sin comprometer la sostenibilidad fiscal.
En el capítulo 5, se señala que los riesgos del cambio climático impactan directamente al sistema financiero, generando vulnerabilidades económicas y afectando la estabilidad de inversiones. Integrar análisis de riesgos climáticos en la gestión financiera y en la planificación de proyectos es fundamental para reducir estos impactos.
El capítulo 8 plantea recomendaciones para aumentar la escala y ambición del financiamiento climático, destacando la coordinación entre entidades financieras, gobiernos locales y organismos multilaterales, así como la necesidad de fortalecer la capacidad institucional y técnica para formular proyectos atractivos para inversionistas nacionales e internacionales.
Considero que los principales retos del Banco de Desarrollo del Ecuador (BDE) para acelerar la movilización de financiamiento climático son:
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Fortalecer capacidades técnicas para formular y evaluar proyectos climáticos con impactos medibles.
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Integrar riesgos climáticos en la planificación financiera y en la gestión de la cartera de crédito.
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Movilizar recursos financieros innovadores, combinando fondos públicos y privados.
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Coordinar acciones con gobiernos locales y socios estratégicos para garantizar la ejecución efectiva de los proyectos.
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Aumentar la sensibilización y compromiso de actores financieros y sociales, asegurando sostenibilidad y replicabilidad de las iniciativas.
En síntesis, acelerar el financiamiento climático no depende solo de recursos, sino también de planificación estratégica, innovación financiera y fortalecimiento institucional, para generar impactos sostenibles y resilientes frente al cambio climático.