La articulación entre las acciones de mitigación y adaptación, junto con la comprensión de la interdependencia entre los sistemas naturales y humanos, es fundamental para lograr un desarrollo resiliente en el Ecuador. En el contexto nacional y local los ecosistemas andinos, las cuencas hidrográficas y los sistemas productivos están estrechamente vinculados, por lo que cualquier acción ambiental repercute directamente en el bienestar de la población.
La mitigación permite reducir las emisiones provenientes del transporte, la industria, los residuos y la deforestación, disminuyendo los efectos futuros del cambio climático. La adaptación, en cambio, fortalece la capacidad de los territorios para enfrentar amenazas actuales como inundaciones, sequías, deslizamientos y la degradación de suelos. Cuando ambas líneas de acción se integran en la planificación municipal y en los planes de gestión ambiental, se generan resultados más sólidos y duraderos.
Integrar la mitigación, la adaptación y el manejo adecuado de los sistemas naturales es, por tanto, una condición indispensable para el desarrollo sostenible y resiliente del Ecuador.