Considero que el Banco de Desarrollo del Ecuador (BDE) tiene el potencial de ser el motor de la acción climática subnacional, pero mi opinión es que enfrenta tres retos que frenan la aceleración del financiamiento. Primero, necesita alizar el riesgo climático evaluando cómo las sequías o inundaciones afectarán la viabilidad de su cartera y la capacidad de repago de los GADs. Segundo, el BDE debe ser más hábil en la gestión fiscal y de endeudamiento, diseñando mecanismos de financiamiento mixto (blended finance) que atraigan capital privado y recursos internacionales para no sobrecargar el ya limitado presupuesto público.
Finalmente considero que el desafío de escala pasa por fortalecer su capacidad interna para lograr la acreditación y cumplir los exigentes estándares de transparencia de fondos globales como el GCF, a la par que incrementa la asistencia técnica a los gobiernos locales para que transformen sus necesidades de adaptación y mitigación en proyectos "bancables" de alto impacto.