Como Diego Avendaño, Analista de Gestión Ambiental, luego de revisar los capítulos indicados del documento “Desafíos y Oportunidades del Financiamiento Climático en América Latina y el Caribe” (Galindo, Lorenzo y Pereyra, 2022), considero lo siguiente:
El capítulo 4 destaca la necesidad de fortalecer la gestión del endeudamiento público y la política fiscal para permitir que los países puedan destinar recursos al financiamiento climático sin comprometer la sostenibilidad fiscal. Esto implica diseñar instrumentos financieros innovadores y sostenibles, como bonos verdes y préstamos condicionados a resultados climáticos, que permitan canalizar fondos a proyectos de mitigación y adaptación.
En el capítulo 5, se resalta que los riesgos del cambio climático tienen un impacto directo en el sistema financiero, afectando la estabilidad económica a través de pérdidas por desastres naturales y riesgos crediticios asociados a la vulnerabilidad de sectores productivos. Por ello, es fundamental integrar evaluaciones de riesgo climático en la planificación financiera y en la gestión de carteras de crédito, fomentando inversiones resilientes y sostenibles.
El capítulo 8 plantea recomendaciones claras para aumentar la escala y la ambición del financiamiento climático, enfatizando la necesidad de coordinación entre entidades financieras, gobiernos locales y multilaterales, así como la implementación de políticas públicas que incentiven la inversión privada en proyectos climáticos de alto impacto. También se menciona la importancia de fortalecer la capacidad institucional y técnica para formular y evaluar proyectos que sean atractivos para inversionistas internacionales.
Desde la perspectiva del Banco de Desarrollo del Ecuador, los principales retos para acelerar la movilización de financiamiento climático incluyen:
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Fortalecer capacidades técnicas para identificar, diseñar y evaluar proyectos climáticamente viables.
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Integrar riesgos climáticos en la planificación financiera y en la gestión de cartera de crédito.
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Movilizar recursos financieros innovadores y sostenibles que complementen los fondos públicos.
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Coordinación interinstitucional con gobiernos locales, entidades privadas y organismos multilaterales.
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Aumentar la sensibilización y el compromiso de los actores financieros y sociales para garantizar la ejecución efectiva de proyectos climáticos.
En conclusión, acelerar el financiamiento climático requiere no solo recursos económicos, sino también fortalecimiento institucional, innovación financiera y una visión estratégica que combine mitigación, adaptación y desarrollo sostenible.