El foro destaca la importancia de integrar la mitigación y la adaptación, y cómo su interconexión genera beneficios clave como una mejor salud pública, mayor seguridad alimentaria, economías más sólidas, comunidades más seguras y ecosistemas protegidos.
La mitigación reduce las emisiones de gases de efecto invernadero —principalmente originadas en los combustibles fósiles—, mientras que la adaptación protege a las personas, las infraestructuras, los ecosistemas y los medios de vida frente a los impactos climáticos. Ambas estrategias son complementarias: mitigar sin adaptar incrementa la vulnerabilidad inmediata, mientras que adaptar sin mitigar prolonga el riesgo a futuro.
El bienestar humano depende directamente de la integridad de los sistemas naturales. Su degradación afecta la producción de alimentos, la disponibilidad de agua y las oportunidades de desarrollo, por lo que su conservación es fundamental.
La acción climática exige inversiones significativas y una cooperación internacional sólida. Marcos globales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París guían los esfuerzos para reducir emisiones, fortalecer la resiliencia y apoyar a los países en desarrollo.
En conjunto, un enfoque integrado convierte la acción climática en una oportunidad para construir sociedades más sostenibles, equitativas y resilientes.