El desarrollo resiliente frente al cambio climático depende de una sinergia estratégica entre mitigación y adaptación, así como del reconocimiento de la interdependencia entre sistemas naturales y humanos.
Cuando estas estrategias se diseñan de forma coordinada, se generan beneficios cruzados:
Además, la interconexión entre sistemas naturales y humanos implica que proteger ecosistemas (bosques, humedales, costas) no solo conserva biodiversidad, sino que también sostiene medios de vida, regula el clima y reduce riesgos. Esta visión integrada es clave para lograr un desarrollo que no solo resista los impactos climáticos, sino que transforme las condiciones estructurales que generan vulnerabilidad.